Alumno de UPAO acribillado

Sanguinarios delincuentes le dispararon frente a su enamorada en El Porvenir. El error de Andrés Alberto Olivares Veneros, de 26 años, fue tener un auto similar al de un prontuariado delincuente de El Porvenir.

El domingo, a eso de las 7:30 p.m., dos desalmados delincuentes, sicarios de ‘Los Pulpos’, le metieron tres balazos a este estudiante de la UPAO, tras confundirlo con el hampón. En efecto, a los facinerosos se les encomendó la misión de aniquilar a uno de sus rivales, pero terminaron hiriendo al muchacho.

Se trató de un error. El sujeto al que debían borrar del mapa esa noche iba a estar en su auto gris. Fueron dispuestos a terminar con el trabajo de una buena vez, sin piedad, como solo ellos saben, a tiros, sin embargo, un mal dato les hizo abrir fuego contra la persona equivocada. Hoy, cinco días después, Olivares se debate entre la vida y la muerte en el Belén. Está grave y su futuro es incierto.

El cobarde atentado contra este joven universitario, estudiante de Ingeniería de Sistemas, ocurrió el último domingo en la cuadra 12 de José Olaya, El Porvenir. Se encontraba al volante de su auto, estacionado frente a la pollería Anthony’s, y en compañía de su enamorada.

De pronto, aparecieron los sicarios. Eran dos, montados en una moto azul sin placa. Uno de ellos, el que iba atrás, bajó, se le acercó, metió la mano por la ventana y le disparó sin compasión. Hizo cuatro disparos, de los cuales tres le impactaron en el cuerpo a Olivares. Su pareja presenció horrorizada la escena, sin saber qué hacer para ayudarle.

“Lo que no entendemos es por qué lo han atacado de ese modo. Él no tenía problemas con nadie ni mucho menos con ese tipo de gente. Era estudiante y trabajaba además como taxista para ayudarme con los gastos de la casa. También se recurseaba formateando computadoras”, comentó Maritza Veneros Ríos (45), su madre.

Para Maritza Veneros, hay una explicación: los maleantes cometieron un error con su muchacho.“Hasta donde hemos podido averiguar, esos sujetos estaban buscando a un hombre que tiene un carro similar al de mi hijo. Por el color (gris) es que se han equivocado. Ahora mi niño está grave, y ya no tengo cómo seguir cubriendo los gastos médicos”, añadió.

Si Olivares Veneros sobrevivió, fue porque por allí aparecieron los agentes de la comisaría de Nicolás Alcázar. No les quedó otra opción a los maleantes que dejar el trabajo a medias y largarse de la escena cuanto antes.

Enrumbaron entonces hacia el cerro la Cruz, donde bajaron de la moto y dispararon hacia el patrullero para evitar el arresto. Se armó así un feroz tiroteo que terminó con uno de los hampones herido de bala en la pierna derecha. Este individuo fue identificado después como Felipe Alexander Miñano Burgos (20), ‘Chicanejo’. El otro consiguió escapar, pero se sabe que le dicen ‘Cañita’ y tendría unos 16 años.

Aquel domingo violento, ambos ‘pulpos’ tuvieron una agenda recargada. Por la tarde asesinaron por encargo al vendedor de autos Augusto Jacobo Villanueva (52), a quien le metieron siete balazos en una loza deportiva de La Rinconada; después, iban a hacer lo mismo con su rival, dueño de un auto gris, pero fallaron en sus cálculos y hoy Olivares paga las consecuencias de ello.

Ahora la vida se ha vuelto amarga para él y su madre. Para él porque sus proyecto han quedado truncados, y para ella porque él es su único hijo, su mano derecha, su apoyo, la persona que con la que contaba a diario para salir adelante en la vida. Esto es lo que causa la delincuencia desenfrenada que hoy impera en Trujillo.

TARDE NEGRA

De otro lado, en medio de dramáticas escenas fueron sepultados ayer los restos de Augusto Jacobo Villanueva, la víctima mortal de ‘Chicanejo’ y ‘Cañita’.

Los restos de Jacobo fueron velados primero en su vivienda de la urbanización Chimú; después, el martes, fueron llevados a Julcán, de donde era originario. Fue allí donde le dieron cristiana sepultura.

Más de un centenar de personas acompañó a la familia del finado al cementerio general de esa localidad. El cortejo fúnebre iba presidido por una banda de músicos que entonaba huaynos y marineras.

En el recorrido, la gente coincidió en un pedido: la máxima pena para los asesinos.De todos, la más acongojada era su madre. Con el rostro empapado de lágrimas, ella expresó su dolor por la pérdida y se sumó al reclamo del resto.

“No puede entender porqué mataron a mi hijo, si él era una buena persona, no tenía problemas con nadie… esos hombres (los homicidas) deben pagar en la cárcel por lo que ha hecho”, dijo.Por ahora, solo uno está en poder de la Policía: ‘Chicanejo’. Falta el otro: ‘Cañita’. (Satélite)