
Un mes de separación de sus puestos de trabajo, sanción que ha sido apelada por las tres especialistas descubiertas in fraganti cobrando cupos para atender a pacientes de cáncer, es el benigno castigo que se les ha aplicado a las citadas servidoras del Instituto Regional de Enfermedades Neoplásicas (IREN).
Esto, más que un castigo, parece ser un paliativo o una advertencia para que no incurran en semejantes prácticas vedadas. O, en todo caso, para que se protejan de ser descubiertas ejerciendo semejantes prácticas.
Todo un escándalo que –como en el caso de los sueldos a trabajadores fantasmas del sector Educación– ha sido convenientemente tapado para que la opinión pública no se entere de la campante corrupción que existe en el IREN y en otras instituciones del Estado.
Sin embargo, la valentía de los familiares de los pacientes contribuyó a poner al descubierto las malas artes de esas trabajadoras, que actúan sin duda alguna con la complicidad, la venia y el aprovechamiento de sus superiores. Todos ganan en este festival de coimas al menudeo, que no por los montos ínfimos cobrados puede ser calificada o categorizada de modo distinto. Se trata de cobros que, sumados uno tras otro, hacen volúmenes apreciables de ingresos monetarios.
Lo peor es que, para relativizar la magnitud de la coima (y del acto de corrupción que significa pedir ese dinero), las responsables de los delitos arguyen que la plata es para tomar taxis o movilizarse fuera del horario de atención. ¿Acaso ese cobro o modalidad de cobro está contemplado en parte alguna del reglamento interno del IREN?
Urge que este grave hecho no se pase por alto. El IREN y también el Gobierno Regional deben modificar cualquier reglamentación que se oponga a las sanciones, que deben ser cumplidas, y que evidencie un vacío en cuanto a los cobros. No hay razón alguna para que humildes personas, que carecen de recursos económicos, deban pagar cualquier monto a nadie.
No obstante ello, tampoco debemos dejar de reconocer que los profesionales que laboran en el IREN perciben sueldos muy bajos, lo cual sin embargo no constituye justificación alguna para que procedan de la forma como se ha comprobado que lo hacían.
Hay que instituir una cultura de la denuncia como la que ha permitido descubrir estos hechos. Cuántos casos han tenido que ocurrir en el IREN para que esto se descubra, es algo que no se sabrá a menos que los afectados hagan las correspondientes denuncias. Si se carece de valentía para hacerlo, asistiremos a la ocurrencia de más casos similares en el IREN, el GRELL u otras entidades del Estado. LAINDUSTRIA
Corrupción en el IREN
Reviewed by Valle Chicama
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agosto 22, 2011
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