Familiares esperan repatriar pronto a trujillana

Sin mucho que decir, dolidos por no saber más de lo que había pasado en Buenos Aires, la familia Espinoza Infantes juntó algunas fotos de la mayor de sus seis hijos y encendió una vela tras conocer el deceso de Sylvia Denesse. Rezaron. Lloraron. Llamaron a Julio, el otro hermano que se encontraba allá, y él les confirmó lo ocurrido.

Familiares y amigos llegaron hasta la casa de la familia en la urbanización Trupal, en la manzana G, y recordaron a la muchacha como una buena persona, luchadora como pocas y que no tenía problemas con nadie.

Comentaron que luego de estudiar Contabilidad estuvo trabajando, pero al ver la situación de la familia, y en vista de que Argentina se encontraba bien económicamente, decidió emigrar. De eso ya habían pasado 15 años. La siguió su hermano Julio, con quien vivía, tres años después.

“Ella vino por última vez en el 2001 y luego ya no pudo. Luego yo fui unos meses, pero me regresé”, sostiene su madre, Gaudencia Infante de Espinoza. Cuenta la mujer que la última vez que habló con su hija fue hace una semana y que ella le dijo que estaba todo bien, que estaba contenta con el trabajo que tenía en casa de una familia a la que ayudaba con los quehaceres del hogar. Por eso le cuesta creer que esté muerta.

Su padre, Roberto Espinoza Vílchez, dice que son momentos difíciles los que pasan y por eso se excusa. Espera que las autoridades puedan apoyarlos para repatriar lo antes posible los restos de su hija. Lo único que saben es que Julio tiene heridas leves y que la familia donde trabajaba Sylvia les ha dicho que los indemnizarán con un dinero. Nada más. Esperan tener noticias pronto. (El Comercio)